Aprender significa ser capaz de aplicar los conocimientos adquiridos. La palabra mágica para esto es competencia. La competencia se entiende como un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes coherentes con las tareas de la vida profesional cotidiana.
Un nuevo viento sopla en la metodología y la didáctica escolar desde hace varios años: la orientación por competencias está a la orden del día. En nuestro sistema escolar, el enfoque ha estado durante mucho tiempo en impartir conocimientos, especialmente en los grados superiores. A veces referido vagamente como "sustancia", este contenido claramente definido estructuraba las lecciones y todo el año escolar. El aprendizaje se definió en función de los objetivos de tiempo, es decir, durante cuántas horas se debe tratar un determinado contenido en clase. Pero el tiempo por sí solo no dice nada sobre si los alumnos realmente han aprendido y cuánto. En resumen: el aprendizaje basado en el tiempo pone en primer plano el contenido, no a los estudiantes.