Aprender significa ser capaz de aplicar los conocimientos adquiridos. La palabra mágica para esto es competencia. La competencia se entiende como un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes coherentes con las tareas de la vida profesional cotidiana.
Un nuevo viento sopla en la metodología y la didáctica escolar desde hace varios años: la orientación por competencias está a la orden del día. En nuestro sistema escolar, el enfoque ha estado durante mucho tiempo en impartir conocimientos, especialmente en los grados superiores. A veces referido vagamente como "sustancia", este contenido claramente definido estructuraba las lecciones y todo el año escolar. El aprendizaje se definió en función de los objetivos de tiempo, es decir, durante cuántas horas se debe tratar un determinado contenido en clase. Pero el tiempo por sí solo no dice nada sobre si los alumnos realmente han aprendido y cuánto. En resumen: el aprendizaje basado en el tiempo pone en primer plano el contenido, no a los estudiantes.
Con el aprendizaje basado en competencias, por otro lado, el aprendizaje continúa hasta que todos los alumnos hayan adquirido las competencias relevantes. Y esto aplica en todos los niveles educativos. La formación y la educación superior ya no deberían permitir principalmente la adquisición de conocimientos, sino la adquisición de habilidades y capacidades. La formación basada en competencias también significa que las habilidades que deben adquirirse al final de la capacitación componen la base de todas las actividades de formación. La retroalimentación frecuente y constructiva sobre el estado de aprendizaje actual es importante para el desarrollo efectivo de las competencias. Para este propósito, los educadores deben reconocer y utilizar situaciones de enseñanza adecuadas y brindar retroalimentación efectiva y de apoyo.
"Basado en competencias" significa que todas las actividades de formación posteriores tienen lugar desde la perspectiva de las competencias que se alcanzarán al final. Los objetivos de la formación complementaria deben corresponder a las tareas concretas del trabajo diario, y el éxito de la formación complementaria también debe medirse por las habilidades adquiridas.
Como resultado, las escuelas y los profesores utilizan cada vez más la didáctica situacional real: el aprendizaje se basa en descripciones, análisis y evaluaciones de situaciones reales, casos y tareas específicas.
El conocimiento aplicable es una característica importante de la orientación por competencias. Al mismo tiempo, la aplicabilidad no puede ser el único criterio para la educación. La educación es cualquier cosa menos sin propósito, pero también se trata de un pensamiento y un aprendizaje ejemplares, de conceptos básicos y orientación, de cuestionamiento, incluso de expansión interna y cambio; en resumen: más que una aplicación inmediata. ¿Es eso un acto de equilibrio para la formación profesional?
Por supuesto, en la práctica real, los profesores toman decisiones y establecen prioridades para cada unidad didáctica. Eso es parte del trabajo. Hoy, más que nunca, los docentes están obligados a justificar profesionalmente su actuación profesional. ¿Con qué, si no con los desafíos futuros (las situaciones de acción) de los aprendices, yo como docente justifico mis acciones y mis omisiones? Estas situaciones también incluyen desafíos privados y sociales. Y situaciones al comienzo de un curso de estudio o un curso de educación superior. La capacidad para trabajar y el mercado laboral van, por tanto, de la mano de las habilidades sociales y la capacidad para estudiar o formarse.
Aprendizaje autorregulado
El objetivo de aprendizaje suele ser mucho más amplio en el aprendizaje por competencias. Se basa en enlaces, conexiones e iniciativa personal en lugar de solo aprender hechos y cifras. Las competencias exigen un papel activo por parte del aprendiz, mientras que la adquisición de conocimientos también puede tener algo de pasivo, unilateral. El aprendizaje autorregulado asume que las habilidades generalmente se desarrollan mejor a través de la reflexión regular sobre el propio proceso de aprendizaje. El término técnico para esto es metacognición. La didáctica metacognitiva es un enfoque didáctico que insiste en el concepto de metacognición para concienciar al estudiante de las mejores formas de estudiar para él. En otras palabras, un enfoque metacognitivo permite que el estudiante tome conciencia de los procesos que rigen el aprendizaje.
La formación y la educación basadas en competencias ofrecen diferentes caminos de aprendizaje, contextos de formación y ritmos de aprendizaje, en relación con la situación y los requisitos tanto de los aprendices como de los formadores.
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