La propaganda es una forma especial de comunicación de masas sistemáticamente planificada que no pretende informar ni argumentar, sino más bien persuadir o convencer.
La propaganda se considera un medio político de comunicación para influir en las opiniones y el comportamiento de los grupos objetivo con un propósito específico. Desde la perspectiva de la ciencia política, la propaganda es uno de los componentes esenciales de la teoría del totalitarismo, ya que asume que las sociedades totalitarias monopolizan todos los medios de comunicación de masas y los utilizan para el adoctrinamiento de la población. También se responsabiliza a la propaganda por el surgimiento de tendencias extremistas en las democracias y como causa de crisis de confianza y períodos de inseguridad.
Mientras que en Alemania el concepto de propaganda se asocia principalmente con el nacionalsocialismo, en el pasado se utilizó en el ámbito religioso, en la Revolución Francesa y en la industria publicitaria. La investigación histórica sobre la propaganda se ha centrado durante mucho tiempo en instituciones individuales o individuos del "Tercer Reich", sobre todo Joseph Goebbels y el Ministerio de Ilustración Pública y Propaganda del Reich (RMVP) que encabezaba.
Una distinción estricta entre los términos propaganda y publicidad solo se estableció en Alemania en la década de 1930, sobre todo debido a la presión de los nacionalsocialistas, que querían que el término propaganda se reservara para la esfera política y se oponían amargamente a su uso comercial. Esto fue precedido por la politización y militarización del concepto de propaganda iniciada por la Primera Guerra Mundial. En este contexto, la propaganda era una técnica comunicativa dirigida a efectos concretos, que se utilizaba en el "campo de batalla" y en el "frente interno" y era operada por personal militar especialmente capacitado. Al mismo tiempo, el concepto de propaganda se restringió en su enfoque a objetivos a corto plazo y claramente definidos, como difamar al enemigo o justificar una medida militar o política específica. El ministro de propaganda nazi entendió que la propaganda crea y mantiene un estado emocional y de servicio en la audiencia.
A finales de la década de 1930, el psicólogo y estudioso de la investigación en comunicación Leonard William Doob realizó un estudio sobre la producción de noticias verosímiles (que hoy llamaríamos noticias falsas) en la propaganda nazi, para su tesis doctoral.
Estudiando los Diarios de Goebbels, Doob enumera los principios fundamentales de la manipulación efectiva de las masas (los 11 Principios de la Propaganda) descubiertos por el ministro de propaganda nazi cuando tomó como base la psicología de las masas de Gustave Le Bon y Leonard Bernays, de cuyas obras fue un atento lector.
Conozcamos los once principios elaborados por Goebbels para hacer una “perfecta” propaganda electoral:
- Principio de simplificación y enemigo único
Es necesario adoptar una sola idea, un solo símbolo. Y, sobre todo, identificar al adversario en un enemigo, en el responsable de todos los males.
- Principio del método de contagio
Reunir a varios oponentes en una categoría o un individuo.
- Principio de transposición
Carga al oponente con sus errores y defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras nuevas para distraerte.
- Principio de exageración y tergiversación
Convierte cualquier anécdota, por pequeña que sea, en una seria amenaza.
- Principio de vulgarización
Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a quienes va dirigida. Cuanto mayor sea la masa a convencer, menor debe ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión media es pobre, al igual que su memoria.
- Principio de orquestación
La propaganda debe limitarse a un pequeño número de ideas y repetirlas incansablemente, presentándolas siempre desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo en un mismo concepto. Sin dudas ni incertidumbres. De ahí también la frase: "Una mentira infinitamente repetida se convierte en verdad".
- Principio de renovación continua
La información y los argumentos nuevos (incluso no estrictamente relevantes) deben emitirse constantemente a tal velocidad que cuando el oponente responde, la audiencia ya está interesada en otras cosas. Las respuestas del oponente nunca deben tener la oportunidad de detener el creciente nivel de acusaciones.
- Principio de verosimilitud
Construir argumentos ficticios a partir de distintas fuentes, a través de los llamados globos sonoros, o a través de información fragmentaria.
- Principio de silenciamiento
Silenciar las preguntas sobre las que no haya argumentos y ocultar las noticias que favorezcan al adversario.
- Principio de transfusión
Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato previo, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales.
Se trata de difundir argumentos que pueden enraizarse en actitudes primitivas.
- Principio de unanimidad
Hacer creer a las personas que las opiniones expresadas son compartidas por todos, creando una falsa impresión de unanimidad.
El cuestionable "talento" de Goebbels consistía en su habilidad para identificar los diferentes mecanismos de sugestión de la mente humana, creando tácticas de manipulación altamente efectivas.
El esquema de Goebbels y sus seguidores se completa con el uso de líderes carismáticos y consignas muy sencillas, pero de gran impacto emocional. Al mismo tiempo, se utilizaron rituales espectaculares, en los que el color y los sonidos eran cruciales.
Las tácticas de manipulación empleadas en ese momento continúan activas, tanto que los políticos aún las utilizan hoy para capturar la conciencia de los ciudadanos.
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